Imbéciles

Una señora que hablaba muy bien inglés. Un señor que también. El era yankee, ella argentina. El dijo que había sido diplomático, viajo por todo el mundo. No se que mierda haría un diplomático arriba del 92. Ella no se que era. Pero no paraba de hablar. Tampoco se porqué estaban juntos. O si se habían conocido ahí.
Un sarta de prejuicios mundiales dignos de dos pelotudos que pareciera aprehendieron todo lo que tenían que aprehender del mundo, de la TV y los diarios.
ELla le decía que aca nadie ve la televisión pública, que la pelea por los medios era una pelea "personal" y que Cablevisión no tenía ni la Deustche welle, ni TV5 ni la BBC, ah pero tenemos Fox News.
La imbécil, además de vivir en un tapper, que ni siquiera es tupperware, sino bien berreta de esos que metés al microondas y salen hechos unas esculturas dignas de museo de arte moderno. Esa es la imagen que la infelíz difundia de nuestro país. El hablaba de la seguridad, de Mexico, del resto de Latinoamerica con un juicio de valor, tan, pero tan absurdo que no podía, bajo ningún punto de vista, ser el resultado de un análisis exhaustivo, sino de la acumulación de titulares de prensa.

Ella, escondida en su inglés, nos hacía quedar como la peor mierda de sudamerica. Y no sabía que responder cuando él le decia que en todo el mundo el gobierno tiene el poder sobre los medios de comunicación.

Hubiera sido más ameno, mucho más, que hablen sobre sus impresiones del clima, de los distintos sabores que puede tener el agua, y de la rápidez con la que pasa el tiempo.

Pero no, bajo una falsa impresión de mirada crítica, y respaldados en un idioma no-local, se creyeron cubiertos para decir la mayor zartada de pelotudeces posibles, sin apenas, reflexionar en lo que estaban diciendo.

Y así, se muestra al mundo, y así se muestra la intimidad, y así canchereando con que sabemos más porque estamos frustrados es como nos vamos hundiendo en una mierda, que nos es tan pero tan propia, que ni nos advierte su llegada con su olor. Porque su olor, es el nuestro.