Es un hecho real, los años no vienen solos y con el paso del tiempo uno se va arreglando un poco más (para tapar baches) y las visitas a las perfumerías son mucho más frecuentes.
En mi caso sigo odiando las perfumerías, pero le tomé cariño a sus productos.
La cuestión es que compré tintura, desmaquillante, gel de limpieza facial y una crema de cacao. No se porqué me quedó grabada en la cabeza la imágen de la vista desde arriba de los productos en la bolsa.
Tan grabada quedo la imágen que soñé con eso. Con mirar una bolsa de perfumería desde arriba. Claro que si uno la mira desde abajo le cuesta más observar el contenido, pero la aclaración es válida.
El tema es que en mi sueño, el fondo era todo blanco, como en esas publicidades donde el producto aparece sobre un fondo blanco. Y mi bolsita estaba llena de productos blancos y azules. Tenía jabon Dove, de pepino porque era más refrescante (?), también tenía una crema para el cabello y un desodorante, Todo de la misma marca.
Nunca me había pasado de tener publicidad en los sueños. Si bien no era un cartel, esos productos en la bolsa no tenían ninguna razón de ser, pero estaban ahí para que yo los vea.
Y fue tan raro que no paré de contarlo a toda persona con la que hablé desde que me levanté. Y ahora lo posteo en el blog.
Osea: Unilever hace publicidad gratis en mi cerebro.. y encima yo la reproduzco una y otra vez. Necesito un contador y un abogado, porque tengo que reclamar mi parte. Algo tengo que cobrar. Si no pagan el espacio publicitario, al menos que me resarzan por daños en la psiquis.
08 agosto 2011
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